Jurisprudència Penal Número 13
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Jurisprudència Penal Número 13

IV. Penal
Audiència Provincial
1. SENTÈNCIA DE LA SECCIÓ PRIMERA NÚM. 130/2013, DE 9 DESEMBRE. Ponent: Sra. Ordóñez Delgado. PREVARICACIÓ URBANÍSTICA. FALSEDAT. DELICTE CONTRA L’ORDENACIÓ DEL TERRITORI.
2. SENTÈNCIA DEL TRIBUNAL SUPREM, SALA SEGONA, NÚM. 676/2014, DE 15 D’OCTUBRE. Ponent: Sr. del Moral García. COSTES. REVOCACIÓ DE PRONUNCIAMENT ABSOLUTORI PER RAONS PROBATÒRIES. PRESUMPCIÓ D’INNOCÈNCIA. DELICTE CONTRA L’ORDENACIÓ DEL TERRITORI. ART. 319.1 CP. CONCEPTE DE PROMOTOR.
Resum dels fets:
1. En la Sentència d’instància, el batle i el regidor d’urbanisme acusats d’un delicte contra l’ordenació del territori de l’art. 320.2 CP (per haver concedit una llicència urbanística posteriorment anul•lada en via contenciosa administrativa), varen ser absolts en quedar provada la seva convicció sobre la legalitat de la llicència, a la qual va contribuir la imprecisió de determinats conceptes (cima, prominència, cota) emprats per les disposicions administratives aplicades, més l’existència d’informes tècnics favorables. L’arquitecte tècnic municipal va ser absolt d’un delicte de falsedat de l’art. 390.1.4 CP perquè les divergències entre la realitat construïda i el certificat final d’obra eren insignificants. L’arquitecte superior va ser absolt d’un delicte contra l’ordenació del territori de l’art. 319.1 CP perquè no es va acreditar el seu concert amb el promotor de l’obra per incrementar la construcció més enllà de la llicència obtinguda. El promotor va ser condemnat per un delicte contra l’ordenació del territori de l’art. 319.1 CP, per haver ampliat substancialment les obres més enllà de la llicència obtinguda.
2. La Sentència d’instància esmentada va ser recorreguda en cassació:
a) per l’acusació popular respecte a la imposició de costes;
b) per l’acusació popular, que va plantejar un segon motiu destinat a canviar de signe el pronunciament absolutori pel que fa al delicte contra l’ordenació del territori (art. 320.1 CP) per dues vies distintes: l’art. 849.2 LECr (error d’apreciació de la prova basada en documents) i l’art. 852 LECr (prohibició de l’arbitrarietat i exigència de motivació racional), ambdós rebutjats en cassació per concernir a una culpabilitat o innocència que descansa en un element intern (el convenciment sobre la legalitat de la llicència) la dilucidació de la qual en via de cassació exigiria haver pogut sentir l’acusat i haver pogut contrastar la seva declaració amb la prova testifical que recolza aquest convenciment, i
c) per l’acusat, que va plantejar vulneració del principi de presumpció d’innocència i aplicació indeguda de l’art. 319.1.4 CP, tots dos rebutjats.
Fonamentació jurídica:
1. La Sentència de l’Audiència Provincial va absoldre del delicte contra l’ordenació del territori (art. 320.2 CP) per estimar provat el convenciment que la llicència concedida era ajustada a dret: «En definitiva, creemos que de todo lo anterior, cabe concluir que D. […] y Dª. […] no actuaron con arbitrariedad alguna a la hora de conceder la licencia de obras en el expediente nº. […], que no la otorgaron “a sabiendas” de su ilegalidad pues contaron con informes técnicos y jurídicos favorables al respecto, existiendo en realidad un problema de interpretación normativa respecto de la LEN que quedó definitivamente zanjado tras el dictado por la Sala de lo Contencioso de este TSJIB de la Sentencia de fecha 22.11.2002 que estableció que los artículos 11.1° y 16.1 de la LEN eran de “aplicación directa” por lo que no necesitaban de posterior desarrollo en los respectivos Planes de Ordenación de los Ayuntamiento o Normas Subsidiarias o Complementarias, por lo que creemos que su actuación quedó reducida a una mera ilegalidad que ya ha sido depurada en vía correspondiente».
2. La Sentència de cassació:
a) Pel que fa a la imposició de les costes, el motiu va ser acceptat —en part— per aplicació d’un criteri reiterat: a) principi general pel qual es procedeix a una prèvia distribució per delictes i una altra distribució posterior entre els acusats de cada delicte; b) excepció; correccions en aquesta proporció en funció del major o menor “treball” processal provocat pels diferents fets, per assignar als seus responsables unes quotes diversificades.
b) Pel que fa a l’absolució pel delicte contra l’ordenació del territori (art. 320.2 CP), el convenciment sobre la legalitat de la llicència és un element intern que, com a tal, resulta identificable amb una qüestió fàctica, la qual cosa exigeix haver pogut escoltar l’acusat per poder revocar un pronunciament absolutori: «El convencimiento por parte del acusado de la legalidad de la licencia es una cuestión de hecho; un hecho interno, si se quiere, pero hecho en definitiva. No escapa a esa regla asumida —no podía ser de otra forma— por esta Sala (entre otras, STS 278/2014, de 2 de abril). Las inferencias sobre elementos internos (dolo, conocimiento de una determinada circunstancia, ánimo de matar, ánimo de difusión de la droga ocupada) forman parte del juicio histórico y no del juicio jurídico. […] Las intenciones, el conocimiento de una circunstancia o realidad, los elementos internos, las creencias,… son hechos, aunque hayan de fijarse normalmente (salvo confesión) por prueba indiciaria o indirecta. A eso llamamos inferencias: a la deducción de intenciones a través de prueba indirecta o indiciaria. Pertenecen a la quaestio facti. […] Esa creencia en sí es un elemento fáctico. Su valoración queda fuera de la capacidad de revisión del Tribunal superior. Cuestión diferente sería dilucidar si determinada actitud (por ejemplo, indiferencia frente al resultado, capacidad de salir del error…), que ha de ser descrita por el órgano que percibe la prueba directamente, pudiera ser catalogada o no, v. gr., como dolo eventual o como error “evitable” o “invencible”. Ahí ya nos adentraríamos en el territorio de la valoración jurídica, debatible con toda amplitud en vía de recurso. […] Siendo incompatible con nuestra casación un trámite de audiencia del acusado o cualquier incidente de reproducción probatoria, la única conclusión viable es que no cabe impugnar por discrepancias probatorias sobre la concurrencia de elementos internos una sentencia de signo absolutorio. […] En definitiva, conforme a la consolidada doctrina expuesta, cuando el tribunal de instancia haya establecido los hechos probados, tanto objetivos como subjetivos, sobre la base, en todo o en parte, de pruebas personales, la rectificación de aquellos para dictar una sentencia condenatoria sobre un nuevo relato fáctico, requiere una audiencia pública en la que se pueda oír al acusado que niega la comisión del hecho imputado y en la que se practiquen las pruebas personales que han de ser valoradas. Incluso cuando la rectificación de los hechos, objetivos o subjetivos, se base en pruebas de otra clase o en razonamientos realizados sin necesidad de alterar las bases probatorias valoradas en la instancia, el derecho de defensa exige que el acusado pueda ser oído directamente por el Tribunal que resuelve el recurso […]».
La possible interpretació equivocada de la Disposició Transitòria 1ª (en relació amb els arts. 11 i 16) de la Llei d’espais naturals manca d’aptitud per modificar el pronunciament, perquè la figura penal exigeix actuar amb coneixement de causa: «Eso nos llevaría hipotéticamente a preguntarnos si esa actuación ilegal bajo una creencia errónea (que no llega al estadio de la ignorancia deliberada: se pidieron informes) puede ser punible conforme al art. 13 CP. La Sala de instancia no se lo plantea. Hace bien porque es palmario que la prevaricación de funcionario público es incompatible con una situación de error tanto vencible como invencible. El tipo penal —tanto en la modalidad genérica, art. 404, como en la específica en materia de ordenación urbanística, art. 320— exige actuar a sabiendas lo que expulsa del derecho penal los casos de error. Y eso con independencia de que calificásemos el error como de tipo o de prohibición. La modalidad de prevaricación imprudente solo está tipificada en relación al juez o magistrado (art. 444 CP).»
No concorre arbitrarietat ni manca de motivació.
c) La Sentència de cassació va rebutjar així mateix que hi hagués cap lesió que afectés a la presumpció d’innocència, i va confirmar la correcta aplicació de l’art. 319.1.4 CP pel que fa al concepte de «promotor», i quant al concepte de «construcció» i les seves extralimitacions: «De un lado se alude a un debate ya superado: qué ha de entenderse por promotor a los efectos del art. 319. La jurisprudencia ha dejado claro que no estamos ante un concepto ligado a categorías profesionales sino ante una noción material que no es vicaria de categorías civiles o administrativas (más allá de que en la actualidad ese concepto pueda coincidir con la definición del art. 9 de la Ley de Ordenación de la Edificación): STS de 26 de junio de 2001. Promotor es quien organiza la construcción e impulsa y encarga el proyecto, con independencia de que lo haga como profesional de la construcción o como particular. Un entendimiento diferente, además, arrastraría a un problema exegético no menor: las diferencias en la conceptuación de lo que ha de entenderse por “promotor” en los ordenamientos autonómicos […]».
«En otro orden de cosas se arguye que no estaríamos propiamente ante una construcción sino ante un simple exceso que no sería conducta contemplada por el art. 319. […] Las modificaciones o ampliaciones de construcciones previas son también construcción cuando son relevantes por sí mismas, relevancia que no puede minimizarse aquí a la vista de los volúmenes de que estamos hablando. Es concorde la doctrina a la hora de considerar típicas además de las construcciones realizadas sin la preceptiva licencia municipal, aquellas que cuentan con licencia pero se llevan a cabo incumpliendo sus condiciones o al margen de su contenido; o modificadas posteriormente desbordando las limitaciones y condiciones de la autorización. Ciertamente en precedentes prelegislativos (art. 383 del proyecto de CP de 1980) se contemplaba expresamente el supuesto de construcciones ultra vires de la licencia. Pero la desaparición de su mención expresa obedece a una idea de economía legislativa: es innecesaria su tipificación explícita pues ya está abarcada en la genérica descripción típica. Esos excesos de altura, o volumen o de otra naturaleza constituyen construcción no autorizada y son incardinables en el tipo.»
Comentari: els nombrosos precedents del Tribunal Europeu de Drets Humans (TEDH) (SSTEDH de 26 de maig de 1988 —cas Ekbatani contra Suècia §32—; 29 d’octubre de 1991 —cas Helmers contra Suècia—; 29 d’octubre de 1991 —cas Jan-Äke Anderson contra Suècia—; 29 d’octubre de 1991 —cas Fejde contra Suècia—; 22 de febrer de 1996 —cas Bulut contra Àustria—; 8 de febrer de 2000 —cas Cooke contra Àustria—; 27 de juny de 2000 —cas Constantinescu contra Romania—; 25 de juliol de 2000 —cas Tierce i altres contra San Marino—) varen ser citats en el FJ 10 de la STC 167/2002, de 18 de setembre, en establir per primera vegada les condicions necessàries per a la revocació d’una sentència absolutòria prèvia.
Des d’aleshores la qüestió ha donat lloc a interpretacions no sempre absolutament fidels a la doctrina constitucional i, el que és més important, ha suscitat una cascada de qüestions que han estat ulteriorment matisades a tenor de les evolutives posicions marcades pel TEDH, el TC i el TS.
La primera disquisició ha d’arrancar de la no sempre pacífica possibilitat de discriminar el fet i el dret (si és que això és —en definitiva— possible en tots els casos), qüestió a la qual es refereix la comentada STS, de la Sala Segona, 676/2014, de 15 d’octubre, distingint entre el dol directe com a qüestió de fet i dol eventual com a qüestió de Dret. Però aquesta conclusió no és possible a partir d’una projecció més normativa que intel•lectiva de dol, tal i com exhibeix la STS 278/2014 (citada en la que es comenta): «Pero ello no excluye un concepto normativo del dolo basado en el conocimiento de que la conducta que se realiza pone en concreto peligro el bien jurídico protegido, de manera que en esta segunda modalidad el dolo radica en el conocimiento del peligro concreto que la conducta desarrollada supone para el bien jurídico… En el conocimiento del riesgo se encuentra implícito el conocimiento del resultado y desde luego la decisión del autor está vinculada a dicho resultado (STS de 1 de diciembre de 2004), entre otras muchas.»
És l’aptitud per elaborar el que s’anomena judici de probabilitat sobre el resultat lesiu, o judici de concreta aptitud lesiva, la qual cosa determina la presència del dol eventual, que resulta imputat «objectivament» quan s’actua en circumstàncies i/o sota condicions que necessària o inevitablement col•loquen el subjecte en situació de formular un judici de probabilitat idoni, la qual cosa pertany a un àmbit normatiu relacionat amb la creació o augment d’un risc jurídicament desaprovat, abans que amb el tradicional àmbit naturalístic basat en categories subjectives (coneixement, voluntat, previsibilitat). Seria interessant apreciar les conseqüències si, com reclama part de la doctrina, l’aplicació de la imputació objectiva arribés a sobrepassar l’actual cota —limitada als delictes de resultat— aconseguint els de mera activitat, omissius, temptativa, participació i culpa.
Un segon aspecte problemàtic concerneix a si els anomenats «elements interns» (coneixement i voluntat, freqüentment inferits a partir de prova indiciària) pertanyen a l’esfera fàctica o jurídica. En aquest sentit, la STS de la Sala Segona, núm. 676/2014, de 15 d’octubre afirma que: «En una primera etapa (2002 a 2011) el TC mantuvo al margen de esa doctrina las inferencias sobre elementos internos […] A partir de 2011 han llegado nuevas condenas en el TEDH de España que han supuesto el adiós definitivo a la posibilidad de revisar sentencias absolutorias en casación por razones de tipo fáctico. Ya se incluyen sin discusión las inferencias sobre elementos internos en el campo de lo fáctico. […] La STC 88/2013 proclama claramente que entre las cuestiones que exigen un nuevo pronunciamiento sobre la culpabilidad o inocencia del acusado está la apreciación de la concurrencia de elementos internos».
La tercera qüestió es concreta que, a partir de la STC 184/2009, de 7 de setembre, com a garantia complementària per a l’acusat, es va introduir una eventual exigència de l’audiència personal de l’acusat vinculada al dret de defensa (art. 24.2 CE), anteriorment explicitada en les precedents sentències del TC 1267/2002, de 18 de setembre i 285/2005, de 7 de novembre, atès que la declaració judicial de l’acusat «tiene el doble carácter de prueba personal, que exige de inmediación para ser valorada, y de derecho a dirigirse y ser oído personalmente por el órgano judicial que vaya a decidir sobre su culpabilidad, lo que, lógicamente, también se concreta en su presencia ante el órgano judicial para poder someter a contradicción con su testimonio la comisión del hecho que se le imputa».
I, finalment, la quarta qüestió afecta a si la revocació vàlida d’una sentència absolutòria, quan es modifiquen elements fàctics rellevants per a la culpabilitat o no-culpabilitat d’una acusació (no així els jurídics), requereix complir les exigències d’immediació i contradicció només quan es valorin proves incriminatòries de naturalesa subjectiva (proves personals, com la declaració de l’acusat, dels testimonis o dels pèrits), o també quan es valoren qualssevol altres proves d’una naturalesa distinta (documents, per exemple) per permetre a l’acusat oferir la seva versió i defensar-se amb eficàcia davant el jutge o tribunal.
a) La Sentència de l’Audiència Provincial de Barcelona de 30 d’octubre de 2006 va revocar la sentència absolutòria del Jutge Penal basant-se en l’argument següent (pel que ara ens interessa): «lo que viene a establecer la doctrina referida es la imposibilidad que un Tribunal que no ha presenciado determinadas pruebas, que por su naturaleza exigen la inmediación para su valoración, dicte una sentencia condenatoria, sustituyendo el criterio valorativo del Juez que celebró el juicio, y, en base a las referidas pruebas dicte una sentencia absolutoria. Pero las facultades revisorias no vienen limitadas por lo que hace referencia a la razonabilidad del discurso valorativo de la prueba ni a las pruebas que no tienen carácter personal, […]. Aplicando las premisas expuestas al supuesto que ahora nos ocupa, consideramos que la invocación alegada por el apelante sobre el plano de igualdad, respecto a la valoración de la prueba documental, sobre la que, básicamente el Juzgador dicta sentencia, traslada la inmediación a este Tribunal que, con idénticas garantías examinará la documental obrante en autos».
b) Però la STEDH de 25 d’octubre de 2011 va declarar contrària a l’art. 6 del Conveni Europeu de Drets Humans l’esmentada re-evaluació de la prova documental (que va dur a terme la citada Sentència de l’Audiència Provincial de Barcelona de 30 d’octubre de 2006), en atenció a les consideracions següents: «[…] la Audiencia examinó el conjunto de pruebas de carácter documental valoradas por el Juez a quo (justificantes de los pagos realizados por la demandante, el acta notarial) y señaló que en el momento de vender el terreno, la deuda contra la demandante era totalmente exigible y conocida por ésta. Así, la Audiencia Provincial concluyó que los elementos exigidos por el artículo 257 del Código Penal constitutivos del delito de malversación de bienes estaban presentes. […] En los asuntos mencionados (Igual Coll contra España 10 Mar. 2009, Marcos Barrios contra España y García Hernández contra España 16 noviembre 2010), el Tribunal resolvió que una vista era necesaria cuando la jurisdicción de apelación, “efectúa una nueva valoración de los hechos estimados probados en primera instancia y los reconsidera”, situándose así más allá de las consideraciones estrictamente de derecho. […] Siendo las cuestiones tratadas esencialmente de naturaleza factual, el Tribunal considera que la condena de la demandante en apelación por la Audiencia Provincial tras una cambio en la valoración de elementos tales como sus intenciones y su comportamiento, que fueron decisivos para la declaración de culpabilidad, sin que la demandante tuviera ocasión de ser oída personalmente y de discutirlas mediante un examen contradictorio durante la vista pública, no es conforme con las exigencias de un proceso justo garantizado por el artículo 6.1 del Convenio.»
c) I aquesta concreta qüestió ha estat ulteriorment abordada pel TC en «ampliar» la seva doctrina antecedent en la STC (Ple) 88/2013, d’11 d’abril, on afirma el següent: «[…] sólo si el debate planteado en segunda instancia versa exclusivamente sobre estrictas cuestiones jurídicas no resulta necesario oír personalmente al acusado en un juicio público, pues dicha audiencia ninguna incidencia podría tener en la decisión que pudiera adoptarse, y en la medida en que el debate sea estrictamente jurídico, la posición de la parte puede entenderse debidamente garantizada por la presencia de su abogado, que haría efectivo el derecho de defensa frente a los argumentos esgrimidos por la otra parte (así, SSTC 45/2011, de 11 de abril, FJ 3; o 153/2011, de 17 de octubre, FJ 6) […] será indispensable contar con una audiencia pública cuando el Tribunal de apelación no se ha limitado a efectuar una interpretación diferente en derecho a la del juez a quo en cuanto a un conjunto de elementos objetivos, sino que ha efectuado una nueva apreciación de los hechos estimados probados en primera instancia y los ha reconsiderado, cuestión que se extiende más allá de las consideraciones estrictamente jurídicas».

En resum, deixant de banda les qüestions jurídiques, tota modificació o alteració dels fets declarats provats en la sentència absolutòria prèvia (incloent els elements interns sobre coneixement i voluntat) que condueixi a una condemna requereix la inexcusable audiència de l’acusat per preservar tant el dret de defensa com el principi de contradicció, a part d’exigir també immediació quan es tracti de re-evaluar proves subjectives o personals.

3. SENTÈNCIA DE LA SECCIÓ PRIMERA NÚM. 243/2014, de 5 DESEMBRE. Ponent: Sra. Díaz Sastre. ABSÈNCIA DE RESPONSABILITAT PENAL A CONSEQÜÈNCIA DEL CONSUM COMPARTIT D’ESTUPEFAENTS DERIVAT DEL CULTIU PER A CONSUM PERSONAL.
Resum dels fets: la Sentència estableix textualment que «a) La revocación de la sentencia absolutoria apelada queda vedada ante la necesidad de alterar, para ello, los hechos ya declarados probados. b) De modo que la cuestión se reduce a valorar —en el plano jurídico— si el cultivo y subsecuente consumo de cannabis —a través de una asociación debidamente constituida— es o no equiparable al consumo compartido de dicha sustancia, a efecto de decidir sobre su intrascendencia penal».
Fonamentació jurídica: a) «resulta contrario a un proceso con todas las garantías que un órgano judicial, conociendo en vía de recurso, condene a quien había sido absuelto en la instancia como consecuencia de una nueva fijación de los hechos probados que encuentre su origen en la reconsideración de pruebas cuya correcta y adecuada apreciación exija necesariamente que se practiquen a presencia del órgano judicial que las valora. […] no cabrá efectuar reproche constitucional alguno cuando la condena pronunciada en apelación (tanto si el apelado hubiese sido absuelto en la instancia como si la Sentencia de apelación empeora su situación) no altera el sustrato fáctico sobre el que se asienta la Sentencia del órgano a quo, o cuando, a pesar de darse tal alteración, ésta no resulta del análisis de medios probatorios que exijan presenciar su práctica para su valoración o, finalmente, cuando el órgano de apelación se separe del pronunciamiento fáctico del Juez de instancia por no compartir el proceso deductivo empleado a partir de hechos base tenidos por acreditados en la Sentencia de instancia y no alterados en la de apelación, pero a partir de los cuales el órgano ad quem deduce otras conclusiones distintas a las alcanzadas por el órgano de instancia, pues este proceso deductivo, en la medida en que se basa en reglas de experiencia no dependientes de la inmediación, es plenamente fiscalizable por los órganos que conocen en vía de recurso sin merma de garantías constitucionales».
b) «[…] Partiendo de la concepción de los delitos contra la salud pública, como de infracciones de peligro en abstracto, se viene estableciendo que pueden existir supuestos en los que no objetivándose tal peligro se estaría en una conducta atípica, evitándose con ello una penalización sic et simpliciter, que pudiera tener efectos criminógenos y en la que no estuviese comprometido el bien jurídico que tales delitos tratan de defender. […] lo relevante es si del análisis del supuesto se objetiva o no una vocación de tráfico y por tanto un riesgo para la salud de terceros. […] Del contenido de los Estatutos y de la declaración de los acusados y de los testigos que comparecieron al acto plenario, se desprende que la Asociación tiene 455 socios registrados, y entre sus fines se encuentran la reunión en el local social sito en […], el consumo en el propio local y la realización de otras actividades lúdicas, como juegos de mesa, ping-pong, aplicaciones culturales, científicas y terapéuticas del uso del cannabis y evitar el peligro para la salud de los usuarios del cannabis, inherente al mercado ilegal […]. No ofrece duda tampoco el régimen de funcionamiento y, en particular, los compromisos adquiridos con la inscripción por parte del socio, ni tampoco las cantidades abonadas […] siendo la cuota mensual a abonar (10 euros) y […] la cantidad máxima a dispensar, los dos gramos diarios de marihuana o hachís por socio […] la acusación formulada no lo ha sido por un delito de asociación ilícita, sino por un delito contra la salud pública, nuestro cometido es considerar si los hechos entran o no en la conducta típica del delito por el único que se formula acusación […] Dista mucho de ser extraño que los consumidores de marihuana, con el fin de no tener que acceder a los mercados clandestinos con el riesgo que ello implica y por la simplicidad del cultivo y fácil obtención de semillas de la planta, decidan acudir al cultivo doméstico de la planta y abastecerse para su consumo. […] Tampoco puede resultar extraño, en el contexto anterior, que varios consumidores sumen voluntades y recursos y se impliquen en una única plantación de marihuana para consumo de todos ellos. […] cuya finalidad es el posterior consumo del producto obtenido por los propias personas que lo cultivaron, no parece que se genere un riesgo sobreañadido al propio que tiene lugar en los supuestos propio de autoconsumo o consumo compartido de marihuana o hachís comprada, pues el cultivo y posterior consumo se produce dentro del propio grupo que generó aquél […]. El supuesto del cultivo compartido comparte con el anterior la inexistencia de una finalidad de tráfico. No se produce el ataque al bien jurídico porque el consumo no trasciende el círculo de quienes han comprometido su voluntad y también su actividad para la participación en la plantación y en la obtención y posterior consumo del producto. Pero, además, presenta una característica peculiar que va más allá de los supuestos de autoconsumo compartido. Si éstos se caracterizaban por el consumo de la droga en un momento esporádico, en el cultivo compartido destaca la nota de permanencia, el cultivo se produce durante un período de tiempo y su producto se reparte entre los partícipes sin que, lógicamente, se produzca un consumo puntual o accidental sino dilatado o prolongado en el tiempo, con una nota de permanencia de la que carece el caso de los acopios para fiestas o celebraciones a los que nos hemos referido con anterioridad. […] El Ministerio Fiscal afirma que no ha quedado acreditado que todos los socios que aparecen como consumidores de la sustancia cuyo cultivo promovía la Asociación fueran adictos y en este sentido, es un dato que en absoluto tiene la relevancia que se le otorga a la vista del sentir de la jurisprudencia descrita precedentemente, que anula prácticamente el requisito relativo a la condición de drogodependientes. En el presente caso no se cuestiona que se trata de consumidores y que esa es precisamente la condición que les habilita para la pertenencia a la Asociación; así consta que los acusados fueron reconocidos por el Médico Forense, constando dicha condición. Cierto es que no consta el grado de consumo de cada uno de los socios ni el control que la Asociación efectuaba en este sentido. Ahora bien, dicha circunstancia, sin embargo, no constituye ningún obstáculo para la absolución en los supuestos de autoconsumo compartido reconocidos jurisprudencialmente en los que resulta notorio que, no constando la drogodependencia, más fácil de acreditar, se está ante consumidores ocasionales a los que se tiene frecuentemente por tales tan solo con la manifestación de expresar su consumo esporádico y su propósito de hacerse conjuntamente con una cantidad de droga para su consumo. Los acusados en este sentido señalaron que en su condición de consumidores acudieron a la asociación, sumándose al concurso de voluntades representado por ésta, con la intención de soslayar los efectos negativos del mercado clandestino.»
Comentari: pel que fa a l’abast del recurs interposat contra el pronunciament previ absolutori, cal tornar a remetre’s als paràmetres de doctrina constitucional i a la posició jurisprudencial, consignades en el comentari antecedent.
Pel que concerneix a la qüestió jurídicomaterial de fons, no hi ha dubte que l’autoconsum plural entre consumidors ha estat declarat exempt de responsabilitat penal sota les condicions marcades per la jurisprudència per a aquest supòsit i així mateix és patent que la condició estricta de drogodependent ha estat suavitzada per aquests casos en abastar un consum esporàdic de cap de setmana (sentències del TS, Sala Segona, núm. 187/2014, de 10 de març; núm. 850/2013, de 4 novembre; núm. 741/2013, de 17 d’octubre; núm. 761/2013, de 15 octubre; núm. 38/2013, de 31 de gener; núm. 741/2013, de 17 d’octubre, i 888/2012, de 22 de novembre).
La Sentència comentada posa l’accent en la inexistència de lucre, sinó abonament de les despeses per cultiu i cura de les plantes, sense marge de benefici, la qual cosa permet excloure la presència de tràfic, en el sentit d’una activitat comercial o negocial de la qual derivi un guany o enriquiment pel subministrament dels preparats.
No obstant això, la tipificació oberta d’aquesta figura penal no es limita al «tràfic» sinó que s’ocupa d’incloure qualsevol acte de promoció, afavoriment o facilitació del consum, la qual cosa podria incorporar algunes arestes afilades si es conjuga amb la manca de control previ sobre la condició de consumidor per ser admès com a associat, aspecte que se salva en la Sentència comentada per una doble via: a) perquè «los acusados fueron reconocidos por el Médico Forense, constando dicha condición (consumidores)», i b) perquè respecte dels associats no acusats (que són pràcticament tots): «se está ante consumidores ocasionales a los que se tiene frecuentemente por tales tan solo con la manifestación de expresar su consumo esporádico y su propósito de hacerse conjuntamente con una cantidad de droga para su consumo».
En realitat el nus gordià sembla que es troba en si l’exclusió de sanció penal per a les conductes d’auto-consum plural o compartit —encara que sigui esporàdic— és o no equiparable a aquelles altres que, excedint de l’àmbit jurisprudencialment emmarcat com a «autoconsum», tendissin a possibilitar o propiciar el consum aliè mitjançant una activitat suficientment complexa d’elaboració i subministrament a tercers no directa ni efectivament involucrats o participants en el procés d’obtenció de substàncies.
La Sentència comentada construeix l’absència de responsabilitat penal a conseqüència d’un «consum compartit» derivat del «cultiu per a consum personal» i recolzat en que els associats «han comprometido su voluntad y también su actividad para la participación en la plantación y en la obtención y posterior consumo del producto» amb vista a un «posterior consumo del producto obtenido por las propias personas que lo cultivaron», és a dir, un cultiu personal per a consum personal, ambdós compartits.
No obstant això, aquestes referències no poden ser extretes dels fets provats ni dels Estatuts de l’associació (transcrits en la Sentència), ni en conseqüència concloure amb fonament que els associats concorrin activa i efectivament en les operacions de plantació, extracció o preparació de les substàncies en qualssevol presentacions oferides per al consum, ni per tant derivar que hi ha cultiu personal per a consum personal, sinó que els associats es limiten a pagar una quota periòdica a canvi dels preparats en les seves dosis corresponents, però sense intervenir en el procés d’elaboració.
Com a molt podria dir-se que es tracta d’un «encàrrec» dirigit als qui disposin de coneixements suficients i possibilitats de dedicació, perquè posin les substàncies a disposició dels associats restants, amb l’exclusió de tercers.

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